El Castro de Baroña se encuentra en la parroquia coruñesa de Baroña. Es uno de los pocos de Galicia que se encuentra al nivel del mar y tan cerca de el. Para llegar hasta el Castro, debemos tomar el mismo camino que lleva a la Playa de Arealonga y una vez aquí, un desvío nos acerca al Castro. Está situado en una península rocosa a la que se llega por un pequeño camino de arena en el que ya nos encontramos con las primeras fortificaciones. En el Castro se pueden apreciar las fortificaciones que lo rodean en su parte más débil y accesible; así antes de llegar a la muralla principal, nos encontramos en el camino con las dos primeras murallas paralelas que servirían de primera defensa ante los posibles ataques enemigos.
Seguidamente lo que nos encontramos es un triple encintado de muros paralelos y escalonados de un metro de espesor y que finalizan en una puerta de entrada, la cual se encuentra flanqueada por una torre. En la zona sur del Castro y de más difícil acceso, el muro ya no es triple, sino que es un muro sencillo, tal vez porque su ubicación sobre una zona de rocas que ya dificultaba el acceso al interior del Castro suficientemente. Tras la puerta de entrada, en la que se aprecian perfectamente los peldaños de la escalera, llegamos a un poblado dividido en dos: la parte inferior (la zona sur) y parte superior (la zona norte). En la zona sur situada a un nivel inferior que la norte, nos encontramos con las primeras construcciones y flanqueando la puerta aparecen los restos de la torre que serviría de defensa y haría también de garita. En la zona norte separada de la anterior por una muralla más y a la que se llega por otra puerta con escaleras (igualmente muy bien conservada) y en la que se encuentran más construcciones, en las que se puede apreciar un mayor tamaño que las de la zona sur o nivel inferior. Las construcciones que nos encontramos en el Castro de Baroña son casi todas de planta circular, con banco corrido en todo el perímetro de las casas y no se aprecian puertas de entrada o ventanas. Esto es muy habitual en los castros que han sido poco o nada romanizados, puesto que el urbanismo no llega a nuestra tierra hasta que lo traen los romanos, que junto con ellos trajeron también las casas de planta cuadrada. Así pues, una organización urbanística y viviendas cuadradas con distribución interior solo las encontraremos en los castros más tardíos y que alcanzaron su apogeo bajo la dominación romana.
Seguidamente lo que nos encontramos es un triple encintado de muros paralelos y escalonados de un metro de espesor y que finalizan en una puerta de entrada, la cual se encuentra flanqueada por una torre. En la zona sur del Castro y de más difícil acceso, el muro ya no es triple, sino que es un muro sencillo, tal vez porque su ubicación sobre una zona de rocas que ya dificultaba el acceso al interior del Castro suficientemente. Tras la puerta de entrada, en la que se aprecian perfectamente los peldaños de la escalera, llegamos a un poblado dividido en dos: la parte inferior (la zona sur) y parte superior (la zona norte). En la zona sur situada a un nivel inferior que la norte, nos encontramos con las primeras construcciones y flanqueando la puerta aparecen los restos de la torre que serviría de defensa y haría también de garita. En la zona norte separada de la anterior por una muralla más y a la que se llega por otra puerta con escaleras (igualmente muy bien conservada) y en la que se encuentran más construcciones, en las que se puede apreciar un mayor tamaño que las de la zona sur o nivel inferior. Las construcciones que nos encontramos en el Castro de Baroña son casi todas de planta circular, con banco corrido en todo el perímetro de las casas y no se aprecian puertas de entrada o ventanas. Esto es muy habitual en los castros que han sido poco o nada romanizados, puesto que el urbanismo no llega a nuestra tierra hasta que lo traen los romanos, que junto con ellos trajeron también las casas de planta cuadrada. Así pues, una organización urbanística y viviendas cuadradas con distribución interior solo las encontraremos en los castros más tardíos y que alcanzaron su apogeo bajo la dominación romana.
Con respecto al hecho de la falta de puertas y ventanas en las construcciones castreñas todavía hoy suscita debate entre la comunidad arqueológica, no obstante, la teoría con más fuerza y más sostenida es aquella en la que se postula que la puerta de entrada estaría ubicada en el techo de la vivienda, la cual viene reforzada por la poca altura de las paredes exteriores, mientras que la iluminación interior vendría proporcionada por un hueco en la parte más alta que también haría las funciones de chimenea permitiendo la salida del humo producido por el fuego que estaba siempre encendido dentro de las viviendas.
El Castro de Baroña, es el más típico ejemplo de castro de tipo marítimo, ya que no solo se encuadra dentro de esta clasificación por su ubicación, ya que también lo hace por el medio de vida de sus habitantes.
Pero la majestuosidad del Castro de Baroña, no reside en sus muros, puerta de entrada (en un óptimo estado de conservación), o sus construcciones; la belleza del Castro reside en el lugar que elegido por nuestros antepasados para levantar su civilización y sus urbes. La península rocosa perfectamente defendible por todos sus flancos, en los cuales el mar jugaba una parte importante, y su fortificación en el único acceso posible (teniendo en cuenta los medios materiales de la época), así como los acantilados que lo circundan, lo convierten en un bastión de resistencia, preparado para sufrir guerras, asedios, y los ataques de los ejercitos mejor armados. Sin embargo, las últimas excavaciones, abren la posibilidad que de poco sirvieron ante la llegada de las tropas romanas.
El Castro de Baroña, es el más típico ejemplo de castro de tipo marítimo, ya que no solo se encuadra dentro de esta clasificación por su ubicación, ya que también lo hace por el medio de vida de sus habitantes.
Pero la majestuosidad del Castro de Baroña, no reside en sus muros, puerta de entrada (en un óptimo estado de conservación), o sus construcciones; la belleza del Castro reside en el lugar que elegido por nuestros antepasados para levantar su civilización y sus urbes. La península rocosa perfectamente defendible por todos sus flancos, en los cuales el mar jugaba una parte importante, y su fortificación en el único acceso posible (teniendo en cuenta los medios materiales de la época), así como los acantilados que lo circundan, lo convierten en un bastión de resistencia, preparado para sufrir guerras, asedios, y los ataques de los ejercitos mejor armados. Sin embargo, las últimas excavaciones, abren la posibilidad que de poco sirvieron ante la llegada de las tropas romanas.
Os dejo aqui un pequeño video de la zona para que os hagáis una idea más general: